lunes, 5 de agosto de 2013
Como una Novela - Pennac
En el comienzo de un curso escolar, todo el mundo lee, con ese afán de terminar lo que ni siquiera ha comenzado: Un programa establecido por el profesor, ese que los estudiantes leen, para controlar el miedo, y quizá, para complacer un poco al profesor, pero ya no "aterroriza" (el acto de leer) a nadie.
"Nada se enfría más rápido que un ardor".
Y esas lecturas a las que les llaman "fáciles" son las que no están en el programa; a las que los estudiantes catalogan de "muermos", esos textos que generan miedo de no ser entendidos, de confundir sus líneas y letras... Miedo de lo que se lee.
Pero sin duda caen en a lectura, como quien no quiere la cosa, pero que inconscientemente los mantiene dentro de ella.
Se incluyen técnicas de redacción, de análisis de texto, de comentario, de resumen y de discusión...todo esto para llegar a la "comprensión", el "esfuerzo de comprensión"... Es entonces, así, como la escolaridad literaria bien llevada, depende tanto de la estrategia como de la buena comprensión del texto.
"Los libros no han sido escritos para que los comenten, sino para que, si el corazón se los dice, los lean".
A lo largo del aprendizaje se impone el deber de la glosa y del comentario, todo con el fin de "formar" personas a la sociedad que lo pide; y ese "todo", el leer y su modalidad lleva un nombre eufemístico: COMUNICACIÓN.
Hablar de una obra a unos adolescentes y exigirles que hablen de ella, puede revelarse muy útil, pero no es un fin en sí, el sí es la obra, la obra en manos de ellos. Y el primero de sus derechos, en materia de lectura, es el derecho a callarse.
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